martes, 11 de junio de 2013

El regreso. Plan Bolonia

Hace bastante tiempo que no publicaba nada en el blog.
Lo había abandonado, lo reconozco y no me siento nada orgulloso de ello.

Empecé a escribir aquí como medio de motivación personal, para recordarme a mi mismo que tenía unos objetivos que cumplir, unas metas que superar.
He tenido infinidad de motivos a lo largo de estos casi dos años para publicar más de una entrada.  He tenido muchos, y muy buenos.
No sirve como excusa el decir que he estado muy ocupado (que así ha sido). Han habido ciertos cambios en mi vida que han destruido totalmente mi rutina para construir otra dinámica nueva.
Ya no tengo trabajo. Ahora estudio de nuevo la carrera.

Habrá gente que pensará que al pasar de un entorno laboral a uno universitario, mi agenda se vería liberada y mi tiempo libre se multiplicaría por diez o más. Nada más lejos de la realidad. Es más, estoy en condiciones de afirmar que actualmente paso más horas en la universidad de las que pasaba en la oficina cuando trabajaba.  Y la labor de estudiante es un trabajo que no entiende de festivos ni de fines de semana. Se trabaja de lunes a domingo, y las fiestas y vacaciones se las dedico a terminar tareas pendientes o a profundizar en materias a las que no he podido dedicar el tiempo necesario. No me miréis raro. Voy a intentar explicar el porqué.

Me he matriculado en el Grado de Ingeniería Informática. Con plan Bolonia y todo. A tope.
La nota de cada asignatura se divide en trabajos a presentar,  tareas en clase, nota de prácticas y, finalmente, nota de teoría. Normalmente la nota de teoría tiene un peso comprendido entre un 40 y un 60% del total. En lugar de realizar un examen único al final de la asignatura, se realiza a mitad de cuatrimestre un primer parcial que comprende aproximadamente el 50% del temario. Si se aprueba este primer parcial, en el segundo, al final de la asignatura, solo te tienes que examinar del 50% restante.

Parece guay. Y lo es. De hecho se puede aprobar una asignatura suspendiendo los dos parciales de teoría, si tienes suficiente nota de clase y de prácticas como para llegar al cinco. También digo que no suele ser lo habitual.

El aspecto "negativo" es que estas obligado a trabajar desde el primer día en cada asignatura si quieres estar al día en cuanto a trabajos de clase, presentaciones y controles, ya que todo suma de cara a la nota final. Hay que pencar a diario o vas de culo.

Seguramente a los que hayan estudiado una carrera en el plan antiguo (como es mi caso) les chocará bastante este sistema, bastante alejado del tradicional examen único final y definitivo. El plan Bolonia recuerda más al sistema empleado en el desaparecido Bachiller, un sistema más concebido en torno a la idea del esfuerzo constante y mucho menos en torno a la responsabilidad particular del individuo. Y es cierto.

También es cierto que esa "responsabilidad" que caracterizaba a los planes antiguos se solía traducir en no hacer una mierda en todo el cuatrimestre para luego en los últimos 15 días antes de exámenes pegarse la gran panzada de estudiar a saco sin apenas dormir.  Cafeína al poder. Había gente que no sabía ni de qué color eran las paredes del interior de la biblioteca.

Así pues, lo que en un principio parece un paso atrás en cuanto a nivel educativo y de responsabilidad personal, en realidad es una adecuación al actual nulo nivel de compromiso, esfuerzo y superación personal que afecta a la gran mayoría de nuestra juventud. Esto da para hablar mucho, si puedo lo ampliaré en otro post.

Y aún no he comentado la que es, para mi, la característica más polémica de Bolonia. Es obligatorio asistir a un mínimo del 80% de las clases lectivas para tener derecho a presentarse a los exámenes.  El no cumplir este requisito puede conllevar la desmatriculación.En otras palabras, si no vas a clase, no te examinas. Eso sí es chocante. ¿Si no vas a clase automáticamente te expulsan? En el plan antiguo era algo totalmente inconcebible. De hecho, habían clases en las que habían más alumnos en la cafetería que en el aula. Doy fe.

En resumen, diré que el plan Bolonia tiene aspectos buenos y otros malos. A su favor diré que obligarte a asistir a clase es bueno, porque con que prestes un mínimo de atención y tengas interés repercute en tu beneficio. En la cafetería en mis tiempos aprendí mucho sobre juegos de cartas, pero poco sobre programación o circuitos integrados.
En contra diré que, por mucho que los profesores opinen lo contrario, hay asignaturas para las cuales no veo estrictamente necesario acudir a todas las clases. Y las fechas de presentación de trabajos y prácticas tienden a acumularse sobre las mismas fechas. Es entonces cuando esas horas de clase superfluas las podrías aprovechar mucho más invirtiéndolas en otras tareas. Pero no puedes, tienes que ir a clase, terminar los trabajos, hacer las prácticas y estudiar.

La obligación de presentar continuamente trabajos, realizar controles, etc lo cual es beneficioso para tener las cosas frescas de cara a los parciales.
En contra, si multiplicamos todo lo anterior por el nº de asignaturas matriculadas en un cuatrimestre (mi récord está en siete), le añadimos la obligatoriedad de asistir al mayor número posible de clases, las prácticas de cada asignatura (también obligatorias) lo que obtenemos son jornadas interminables (yo he tenido algunas de hasta 12 horas), multitud de trabajos acumulados, estrés gigantesco que se va incrementando exponencialmente según se acercan las fechas de los exámenes y, en definitiva, una falta de tiempo acojonante.

Pero aún así lo prefiero. Mis notas avalan los resultados. También es cierto que no soy el mismo estudiante que perdía el tiempo y no encontraba la necesaria motivación como para esforzarse un poco en aprobar.

Ahora soy muy diferente. Estoy sobradamente motivado, me gusta acudir a las clases, me divierto haciendo las prácticas y aprendo cada vez que tengo que hacer un trabajo o una tarea. Me encanta la universidad. Ahora mismo no la cambiaría por nada. Ni si quiera por una cómoda jornada laboral de 8 horas de lunes a viernes.

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